EL RESENTIMIENTO. PERCY ZAPATA MENDO.


EL RESENTIMIENTO

En estos días se habla con frecuencia en nuestro lenguaje cotidiano acerca del resentimiento, y muchos citan a esta palabra sin conocer su real significado… tan sólo tienen una pálida noción de la misma. Y como me han ya preguntado varias veces sobre el tema, y en muchas otras, calificado de resentido, intentaré en forma breve y “serena” fijar algunas notas sobre el concepto mencionado.
El resentimiento es un fenómeno complejo, basado en la conciencia de la propia incapacidad y flaqueza, principalmente cuando esa incapacidad no permite llevar a cabo la venganza deseada.
Su importancia en la génesis de la moral es que puede dar lugar a una inversión en la jerarquía de valores, juzgando como superiores, los valores que se pueden realizar; y como despreciables, los valores que son inaccesibles para el hombre resentido. Existe una conciencia de impotencia frente a los valores verdaderos.
El resentimiento  es una autointoxicación psíquica que surge al reprimir sistemáticamente los afectos y las descargas emocionales normales.
Revela la conciencia de la propia impotencia pues  lleva a refrenar ese impulso espontáneo de venganza que se va acumulando, y retrasando así el contraataque.
El resentimiento acumulado acaba por deshumanizar al contrincante, abriendo así la puerta al exterminio. Como dijo un asesino de las huestes de Abimael Guzmán: “Yo no he matado a una persona, he matado a un empresario siervo del capitalismo yanqui”.
El resentimiento se manifiesta a través del sentimiento de rencor que podemos definirlo como “odio retenido”, de ahí que antiguamente se llamaba “amargos” a los resentidos, porque retienen la ira por largo tiempo (Tomás de Aquino, S.T. I-IIae, cuestión 46, de las especies de iras).
Se debe a Robespierre, el gran jacobino de la Revolución Francesa, el mérito de haber sintetizado en una frase la psicología de aquella Revolución como del resentimiento: “Sentí, desde muy temprano, la penosa esclavitud de tener que agradecer”. El resentido padece una ceguera moral respecto de la gratuidad, la donación y el agradecimiento.
El resentimiento fue estudiado en profundidad por dos autores alemanes contrapuestos en este punto: Federico Nietzsche en La Genealogía de la Moral y Max Scheler en El Resentimiento en la Moral.
Es sabido que la forma del razonamiento de Nietzsche en todas sus obras es a  través de una refinada psicología que explica las cosas ad inferiori, por lo bajo. “Esta interpretación sofística y psicologizante  consiste en interpretar la genealogía del ideal desde su contrario”[1]. Así, sostiene que la santidad tiene su origen en la perversión, la verdad en el instinto de engaño, el derecho en la voluntad de aprovechamiento del otro. Piensa que la caridad, la castidad, la humildad y la paciencia son vistas como valores sólo por los débiles, por la moral de esclavos de los cristianos, que son aquellos que no tienen fuerza para superar la opresión y las situaciones de injusticia.
Nietzsche como pensador anticristiano por antonomasia, va a afirmar en forma tajante: “Desde su impotencia, crece en ellos el odio hasta convertirse en algo gigantesco y siniestro, en lo más espiritual y lo más venenoso” [2].
Max Scheler va a responder que este razonamiento es falso en lo que atañe a la moral, pues el perdón no es  un no poder vengarse por debilidad personal, sino el privarse libremente de la satisfacción de la venganza.
El ser genuino tiene conciencia espontánea de su propio valor, lo cual le da seguridad y le permite aceptar el valor de los demás, incluso cuando son superiores a él.
El resentido por el contrario en lugar de reconocer los valores superiores y resignarse, los rebaja, negando la bondad de aquello mismo que envidiaba.
El motor de la moral no es el desear lo que no se tiene, sino que consiste en el darse y donarse, por parte de quien tiene, y se siente lleno de valor y felicidad. Es un movimiento que brota de la más íntima seguridad en la plenitud de su propio ser.
La moral de la sociedad, afirma Scheler, ha transformado el amor en pura filantropía sentimental, que lo reduce a la simpatía, la emoción o a un sentimiento de lástima. Defiende Scheler con fuerza la gran diferencia que existe entre la misericordia auténtica y la moderna lástima sensiblera.
A la radical desconfianza en el otro, propia del mundo de siempre, opone la solidaridad moral.
A la multiplicación infinita de medios en el mundo y una clara confusión en los fines, opone el que con un mínimo de medios, se sabía gozar en ellos mismos. Incluso el ascetismo (otro calificativo con el que se me endilga con frecuencia, invitándome a dejar este modo de vida por el de las fiestas y demás frivolidades) provoca una mayor capacidad de goce con el mínimo de cosas agradables: Una gota de lluvia sobre una hoja.
Queda finalmente por responder si puede el hombre salir o liberarse del resentimiento.
Fríamente (otro adjetivo con el que pretenden calificar a mi pragmatividad, y admito que me enorgullezco de esta última cualidad, pues va de la mano con la realidad, y ésta requiere necesariamente de la verdad, de la cual me jacto, pero la manera en que respondo ciertas cuestiones provoca cierto “salpullido” anímico y no menos aspavientos ideológicos u otros sambenitos, que de estar en la edad media, mínimo me hubieran entregado a los brazos seculares de obtusos inquisidores y terminado en la hoguera por no haber hecho o admitido un acto de fe) entiendo que del resentimiento se puede salir de cuatro formas o maneras:
a) La primera y más expeditiva, es la venganza de la ofensa, que produce la liberación del odio retenido o rencor.
b) La segunda posibilidad, es el perdón, que es sacrificar libremente el valor de la satisfacción que produce la venganza, pero al mismo tiempo sólo se perdona auténticamente cuando uno todavía se siente lastimado.
c) La tercera actitud, es a través del olvido, lo que implica el paso del tiempo y  por último.
d) Y cuarta y última, tenemos el duelo, interpretando de otra forma la ofensa, reubicándola en el recuerdo.
Vemos, pues, que lo determinante en el surgimiento del resentimiento así como su solución o superación no radica tanto en la ofensa sino en la respuesta personal a la misma. De ahí que una misma agresión u ofensa hecha por igual a varias personas en unos cause un sentimiento pasajero de dolor y en otros despierte un resentimiento perdurable.

REFERENCIAS.
1) Fink, Eugen: La filosofía de Nietzsche, Madrid, Alianza, 1966, p.64. Nietzsche ve a los judíos como el pueblo sacerdotal y genio del rencor y en este aspecto hay coincidencia con Scheler quien afirma que el pueblo judío es el más antiguo usuario del resentimiento (Cfr. Op.cit. p.204)
2) Nietzsche, Federico: La Genealogía de la moral, Madrid, Tecnos, 2003, p. 74

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