VOTO VOLUNTARIO. PERCY ZAPATA MENDO.
VOTO
VOLUNTARIO
Este
pasado domingo 19 de mayo del 2013, al concurrir a votar para elegir a los
jueces que ejercerán su autoridad en este distrito (estas elecciones son
voluntarias), intercambié opiniones con otros sufragantes que se encontraban en
la fila de espera, sobre los beneficios
de instaurar el voto facultativo en comparación al obligatorio (según la Constitución,
concurrir a votar, es un deber y un derecho; no hacerlo, conlleva a una serie
de penalidades pecuniarias fundamentalmente, y otras de índole administrativa),
en las otras elecciones (presidenciales, congresales, regionales, municipales);
desafortunadamente las disquisiciones no pudieron a llegar más, debido a lo que
la espera fue corta y la cola avanzó fluidamente, puesto que participábamos
electores informados. Permítanme disertar un poco más al respecto.
La
participación electoral depende de los costos y beneficios que perciben los
ciudadanos respecto al acto de concurrir a votar: dejar de trabajar (para
aquellos que no dependen de una institución gubernamental o privada, que les
asegure un sueldo fijo) por un día, pues un día que no trabaja, es un día que
no percibe ingresos; o es un día que pierdes la compañía familiar menoscabada
por los días laborales; o las actividades caseras postergadas para el día
domingo, día elegido para las lides electorales; o el más común, pagar
sobreprecios en pasajes para trasladarse hasta sus centros de votación. Los
beneficios varían según la convicción respecto a la importancia de participar
en los procesos democráticos y de lo crucial que sientan los ciudadanos que es
cada elección en particular.
Ambos
factores dependen fuertemente del trabajo de los partidos políticos. Son ellos
los que tienen la tarea de proveer la información a los ciudadanos respecto a
la elección y también son los responsables de hacer propuestas programáticas
atractivas y diferenciadoras que aumenten el interés de los ciudadanos por
participar. En un escenario de voto obligatorio, dado que los ciudadanos son un
mercado cautivo, los incentivos de los partidos para hacer este trabajo bajan
en forma importante. Esto significa que están obligados a votar por alguien,
aunque ninguna de las alternativas los entusiasme. En tanto, en el contexto del
voto voluntario, los partidos tienen el incentivo de romper la indiferencia
ciudadana entusiasmando a los votantes con sus planteamientos, para que
concurran a votar. La pregunta es entonces dónde queremos poner el peso de la
prueba: ¿en los partidos o en los ciudadanos?
Desde
otra perspectiva se ha planteado que el voto obligatorio aumenta la participación
electoral y, por lo tanto, mejora la calidad de la democracia y la legitimidad
de los resultados electorales. Si bien la primera aseveración es correcta, la
segunda es rebatible. Los hechos a nivel mundial, muestran que cuando el voto
no es obligatorio, las personas que están más informadas y tienen una
intensidad de preferencia mayor van a votar. Por su parte, las menos informadas
y para las que el resultado electoral es indiferente se quedan en sus casas. En
tanto, cuando el voto es obligatorio, las personas menos informadas y
desinteresadas concurren al lugar de votación, pero votan al azar. Eso
significa que el resultado electoral se distorsiona. Por lo tanto, el voto
obligatorio no mejora necesariamente la calidad de la democracia y menos la
legitimidad del resultado electoral.
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