LA AMISTAD. PERCY ZAPATA MENDO.
LA AMISTAD
Amistad, amigo, etc., y todas sus demás derivaciones están en
nuestro vocabulario de una manera muy acendrada. Algunos saben el significado
auténtico que encierra y le brindan esa connotación, otros le utilizan sólo
como un término protocolario, o equivocan su significado con el de
compañerismo. Como pueden apreciar, el término amistad es mencionado
diariamente, en varias ocasiones durante el día y de manera muchas veces,
indiscriminada, pero… ¿Qué es la amistad?
Dicen que la amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un
corazón que habita en dos almas, pero no es otra cosa la amistad que el sumo
consentimiento en las cosas divinas y humanas con amor y benevolencia, y cuando
todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las
cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo. Y todas
las cosas buenas de este mundo no son buenas más que por el uso que hacemos de
ellas; y que las disfrutamos tanto cuando nos sirven como cuando las juntamos
para dárselas a otros, pero no más. Las grandes almas tienen voluntades; las
débiles tan solo deseos y como el corazón, es un niño: anhela que un ideal se
materialice, y cuando resulta se nutre de esa esencia que es la bondad y el
reconocimiento.
Dicen que sólo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo
serio, pues la vida no es un juego, ya que el hombre feliz es el que vive
objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que
se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez,
le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos.
La amistad es como un lazo invisible trenzado de comprensión,
gratitud, complicidad y paciencia, es la aceptación de las cosas buenas con
cordialidad, pero también de censura sutil cuando el camino tomado no es el más
correcto, es tolerancia de imperfecciones y tranquilidad ante lo que pudiera
ser adverso, es jovialidad y experiencia aprendida en cada instante.
Dios no ha creado fronteras. Por todo esto, los amigos que
tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba engánchalos a tu alma con anclas
de acero, porque la amistad no tiene un valor de supervivencia, sino más bien
es una de las cosas que da valor a la supervivencia, es planta de lento
crecimiento que debe sufrir y vencer los embates del infortunio antes de que
sus frutos lleguen a completa madurez y dale ese sentimiento que hace
indisoluble a la amistad y dobla su encanto, la certeza…algo que le falta al
amor. La amistad perfecta es la de los buenos y de aquellos que se asemejan por
la virtud. Ellos se desean mutuamente el bien en el mismo sentido, cosa dulce
es un amigo verdadero; bucea en el fondo de nuestro corazón inquiriendo
nuestras necesidades. No ahorra el tener que descubrirlas por nosotros mismos y
es que cuando estoy con un amigo no estoy solo ni somos dos, porque la
camaradería no es más que la mitad de la vida: la otra mitad es el amor, una
cosa tan diferente de aquella, que podría uno imaginarse que fue creada para
otro universo.
Para mí la amistad son ustedes que han compartido tiempos de
mi vida, que me han brindado una sonrisa aún en momentos difíciles de su propia
vida y que me han sostenido fuerte con acciones y palabras; que han puesto su
brazo en mi hombro y hasta han llorado en silencio por mis penas tratando de
menguar mi dolor, y que en momentos han mezclado su hermandad con miles de
sentimientos buenos y acorde a las circunstancias ya que la amistad duplica las
alegrías y divide las angustias por la mitad.
Por eso tenemos que agradecer a nuestros reales amigos,
también cómplices y hermanos, porque muchas cualidades que se desean en un
ideal las encontramos en ellos y que en la distancia y en el tiempo, en lo
lejano y lo intangible, en presencia y en ausencia; una página más de amistad
quedara en la eternidad.
Hoy traté de plasmar con palabras ese sentimiento que sabemos
que existe a diario y forma parte de nuestro espacio, pero que a veces resulta
inexplicable.
Gracias a todos ustedes, mis amigos.
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