¡VIVAN LAS DIFERENCIA!. PERCY ZAPATA MENDO.
¡VIVAN LAS DIFERENCIA!
Pilar Sordo, psicóloga chilena,
escuchó en su consulta de muchas mujeres que se quejaban sobre su infelicidad
y, peor aún, esta infelicidad se debía a factores externos, es decir, lo que
los demás piensen, hagan, sientan o digan determinará su felicidad. Mientras
que en los hombres, su bienestar dependerá de sus logros, metas y obstáculos.
Acá surge entonces la primera y
gran diferencia entre los sexos, con la que inicia la investigación de lo
femenino y masculino en la sociedad actual.
Este libro “¡Vivan las
diferencias!”, de la psicóloga en mención, se divide en dos partes: 1.- Opuestos
complementarios, y 2.- Desequilibrio y armonía.
La primera parte nace a modo de
introducción en una consulta con hombres y mujeres de todas las edades, donde
se les pedía buscar diferentes asociaciones para las palabras “óvulo” y
“espermio”. Para el primer término se asociaron palabras como: espera, acoge,
dolor, retiene, amor y lento, mientras que para “espermio”, las palabras más
frecuentes fueron: rapidez, soltar, competencia, meta y logros. Acá se aprecia
cómo la sociedad relaciona estos conceptos que están fuertemente asociados al
género respectivo, al hablar de “óvulo”, una de las palabras recurrentes fue
“dolor”, por lo que la repercusión más importantes de esta asociación, fue que
culturalmente lo femenino se enlaza al sufrimiento, lo que implica una
disminución en que se valoren los aportes femeninos en la sociedad.
Otra de las asociaciones fue la
de las palabras “retener” y “soltar”. Dentro de lo masculino, es muy natural el
hecho de desprenderse de los procesos sin grandes dificultades, no así en las
mujeres donde no sólo se asocia a un concepto biológico, si no que va mucho más
allá como el simple hecho de que siempre están guardando cosas “por si acaso”,
pero esto las afecta negativamente, ya que se adhieren a conflictos y angustias
aun cuando éstas situaciones ya se hayan solucionado. En el caso de los hombres,
un conflicto solucionado será un conflicto olvidado. Esto se manifiesta con la
capacidad de retener, en las mujeres; y de soltar, en los hombres, explicando
una fuerte relación entre los hechos biológicos y sicológicos de cada género.
El motor que mueve a las mujeres
está principalmente determinado por su vida afectiva, una mujer estará mejor si
todos quienes las rodeen estén bien con ella; en cambio, los hombres se
encuentran bien a medida que logra sus objetivos y metas.
Por otra parte, surge otra
divergencia y que define gran parte de los conflictos entre hombres y mujeres:
lo femenino valora más el proceso y lo masculino los objetivos. Cuando surgen
peleas es común que las mujeres, aún solucionado el conflicto, sigan enojadas o
tristes, mientras que los hombres, y como se mencionó anteriormente, un
conflicto que ya se solucionó será olvidado.
Otra diferencia entre hombres y
mujeres está en las capacidades neurológicas. Lo masculino será mono focal, es
decir, los hombres tienen una capacidad de concentrarse con mayor facilidad en
una sola cosa. Las mujeres, por otro lado, tienen una capacidad multifocal, que
es lo que se entiende como que las mujeres puedan hacer “más de una cosa a la
vez”, lo que no necesariamente es una ventaja, ya que muchas veces esto causa
gran agotamiento o que no se esté completamente concentrada en lo que se esté
haciendo. Esto último se vincula también a lo difícil que es en una mujer
“soltar”, ya que al estar concentrada en varias cosas a la vez, le dificulta en
discriminar y discernir qué debe dejar de hacer y qué es lo que debe continuar.
Lo femenino y masculino también
discierne en sus respectivas capacidades para externalizar su felicidad. El
hombre tiene tendencia a internalizar la felicidad y sus logros, es decir, la
causa de infelicidad masculina se debe a la presencia de obstáculos que
encuentra para llegar a su objetivo. Mientras, que como se postuló
anteriormente, las mujeres responsabilizan a otras personas sobre sus
felicidades e infelicidades, esto refleja la causalidad externalista en las
mujeres.
El siguiente capítulo denominado “El
privilegio de ver masculino, el privilegio de sentir femenino”, en el taller
instaurado por la autora a método de investigación, surgió una inquietud hacia
las adolescentes: ¿Cómo creen ustedes que se van a dar cuenta que están
enamoradas? Para esta interrogante, la respuesta fue siempre la misma: “lo
vamos a sentir”. La misma respuesta fue dada por las mujeres adultas.
Este proceso fue estudiado
biológicamente y alude principalmente al hecho que las mujeres no tienen acceso
visual a su genitalidad o funcionamientos corporales: cuando una mujer orina,
da pecho, e incluso la excitación sexual (usualmente cierran los párpados
durante el acto), son procesos que sólo pueden sentir. No así en los hombres,
que por el contrario, sí tienen visualización de su genitalidad y por lo mismo
tienen mayor capacidad visual. Esta podría ser una explicación del por qué la
pornografía es mayoritariamente masculina y es porque las imágenes atraen
principalmente a los hombres (y no es que los “hombres son unos enfermos
sexuales”).
Los cuentos de hadas han
proporcionado una gran influencia en las conductas sicológicas a lo largo del
tiempo. En cuentos como “Blanca nieves” y “La Bella durmiente”, las
protagonistas esperan a que un hombre, en este caso príncipe, las saque de su
estado de infelicidad ya que se encuentran en un estado de “casi-muerte” debido
a su ausencia. Esto nos quiere decir que los hombres “les dan la vida que no
tienen” y les recalca que la infelicidad se debe, nuevamente, a que su
felicidad se determinará por factores anexos a ellas mismas. Pero no sólo eso,
se demuestra a las mujeres como seres envidiosos y vengativos, ya que en todos
estos casos, son las madrastras, hermanastras, brujas y hadas malas las
causantes de esta infelicidad que además se deben a la falta de padre o
príncipe.
Esto hace ver, tanto a hombres
como mujeres, que el príncipe está obligado a cumplir con ciertos requisitos:
posición social, estabilidad económica, gentileza, ternura, belleza y una lista
más larga. Por lo que las mujeres se crean un estereotipo de hombre ideal
basado en el “Príncipe azul”, y los hombres también querrán cubrir nuestras esas
expectativas, frustrándose en el intento.
De este tema surge otro, el “Pensamiento
mágico y el pensamiento real”. El pensamiento mágico podría ser la causa de la
infelicidad femenina debido a las altas expectativas que tienen hacia las cosas,
que en el caso de no cumplirse generará gran frustración (“Yo no creí que fuera
así…creía que él iba a cambiar con el tiempo”). Estos dos tipos de pensamientos
condicionan sólo a las mujeres, ya que en los hombres hay sólo una estructura
lo que aparentemente demuestra una mayor capacidad de disfrutar lo cotidiano ya
que su pensamiento está determinado sólo por lo real y concreto.
Y acá se encuentra la explicación
del por qué las mujeres se quejan tanto y es consecuencia del pensamiento
mágico. Cuando se quejan lo hacen porque la vida no es como ellas querían que
fuera, quienes las rodean no son como ellas esperaba que fueran, o aún peor: “El
hombre que tengo a mi lado no es el príncipe azul que yo esperaba tener”. Esto les
impide ser felices en toda su plenitud, ya que es muy improbable que los
hombres jamás cumplan con sus expectativas de hombre ideal, y que si no son
capaces de apreciarlos tal cual son, nunca estarán satisfechas plenamente.
Para finalizar esta primera parte
se mencionan las principales causas de infelicidad: la dificultad en las
mujeres en el manejo de los tiempos personales, la queja, la externalización de
la felicidad, el pensamiento mágico y la ansiedad; mientras que en los hombres
se da principalmente la incapacidad para estructurar soluciones y no lograr las
metas. Y propone que cada persona identifique estos rasgos en cada uno para
superar la infelicidad y lograr la plenitud.
En la segunda parte de este libro
se hace hincapié en la gran influencia que estas diferencias de géneros hacen
en las nuevas generaciones.
La nueva era de la tecnología no
es tan ventajosa como se ve, también trae fuertes represalias a los
adolescentes y niños. Antiguamente todo se conseguía tras el esfuerzo, y aun
cuando muchas de estas cosas costaban, había que ser pacientes. Actualmente la
paciencia no está en los diccionarios de los jóvenes y de los padres que
pretenden ser “amigos de sus hijos”, todo transcurre tan rápido y con tanta
facilidad que no se necesita de esfuerzos extraordinarios, lo que claramente
afecta negativamente a los jóvenes del hoy. Los jóvenes creen que todo es
fácil, que con cómodas cuotas se puede comprar el objeto que se desee o que con
un simple clic se puede obtener la información que se requiere, pero la vida no
es así de fácil y es necesario que los padres inculquen a sus hijos con estos
límites y valores.
A pesar de que el complemento es
necesario en cada género, el exceso de uno es negativo y es lo que está pasando
actualmente. Las mujeres están dejando cada vez más su feminidad y esto es
gracias a que en reiteradas ocasiones escuchan a sus madres decir que ser mujer
es un “fastidio” o “llevar una vida abnegada al hogar y los hijos”. Es decir,
las mujeres están reteniendo cada vez menos, lo que no sería malo si es que las
mujeres no usaran la agresividad como método de protección. Hoy en día la
feminidad (no feminista eh) se ve como algo malo, entre más masculinas, mejor.
Esto genera una de las grandes
repercusiones y de gran relevancia en nuestros tiempos: la homosexualidad. En
nuestros días es bastante usual que jovencitas se proclamen lesbianas o
bisexuales con gran facilidad, como si esta característica se pudiera poner o
sacar cuando se desee. Esto se debe al fenómeno de erotización social al que
todos estamos expuestos, basta con mirar las páginas sociales para ver fotos de
chicas besándose entre sí. Si en generaciones anteriores dos amigas se
abrazaban o se tomaban de las manos no era mal visto ni tratado como
“lesbianismo”. Acá nace una de las tergiversas mayores con respecto a la
sexualidad, la homosexualidad es una condición y no una elección, y si se trata
entonces de una condición debería asumirse a una edad donde podemos
racionalizar por lo que ningún adolescente podría asumir con seguridad el hecho
de ser homosexual. (Frase literal de la psicóloga con la que concuerdo
plenamente y no agrego ni quito nada)
Es de total importancia que estas
diferencias se analicen y que seamos capaces de estar en un equilibrio de lo
femenino y lo masculino, ya que no sólo nos sirven como persona si no con lo
que transmitimos a nuestro entorno y a las próximas generaciones, ya que si no
solucionamos ni estamos en armonía con nosotros mismos haremos que estas
diferencias se alteren cada vez más hasta un punto que sea imposible su
armonía.
He creído conveniente hacer este
alcance, tomando este estudio de una psicóloga, y con ello, no ser tachado de
sesgado o “machista”. Si alguien discrepa o arguye que “no siempre es cierto”,
permítame recordarle que las excepciones no son la regla.
Comentarios
Publicar un comentario