¿CÓMO LEGALIZAR CUALQUIER FENÓMENO SOCIAL, DESDE LA EUTANASIA, CANIBALISMO, HASTA EL MATRIMONIO ENTRE HOMOSEXUALES?
¿CÓMO
LEGALIZAR CUALQUIER FENÓMENO SOCIAL, DESDE LA EUTANASIA, CANIBALISMO, HASTA EL
MATRIMONIO ENTRE HOMOSEXUALES?
En
nuestra actual sociedad investida por los epítetos de la tolerancia, que dicho
sea de paso, no tiene ideales consolidados y por ende, tampoco una clara
división entre el bien y el mal, existe toda una maquinaria mediática que
permite cambiar la actitud popular hacia las concepciones consideradas
totalmente inaceptables.
Esta
maniobra, llamada “La ventana Overton”,
consiste en una sucesión concreta de operaciones con el fin de conseguir el
resultado deseado, "puede ser más
eficaz que la carga nuclear como arma para destruir comunidades humanas",
opina el columnista Evgueni Gorzhaltsán.
En
su artículo en el portal “Adme”, pone
el ejemplo radical de cómo convertir en admisible la idea de legalizar el
canibalismo paso a paso, desde la fase en que se considera una acción
repugnante e impensable, completamente ajena a la moral pública, hasta
convertirse en una realidad aceptada por la conciencia de masas y la ley. Eso
no se consigue mediante un lavado de cerebro directo, sino en técnicas más
sofisticadas que son efectivas gracias a su aplicación vinculada y sistemática
sin que la sociedad se dé cuenta del proceso, cree Gorzhaltsán.
Primera fase: de lo impensable a lo
radical
Notoriamente,
la cuestión de la legalización del canibalismo en la actualidad se encuentra en
el nivel más bajo de aceptación en la 'ventana de posibilidades' de Overton, ya
que la sociedad lo considera como un fenómeno absurdo e impensable, en un tabú.
Para
cambiar esa percepción, se puede, amparándose en la libertad de expresión,
trasladar la cuestión a la esfera científica, pues para los científicos
normalmente no hay temas tabú. Por lo tanto, es posible celebrar, por ejemplo,
un simposio etnológico sobre rituales extravagantes de las tribus de la
Polinesia o el Amazonas y discutir la historia del tema de estudio y obtener
declaraciones autorizadas sobre el canibalismo, garantizando así la transición
de la actitud negativa e intransigente de la sociedad a una actitud más
positiva.
Simultáneamente,
hay que crear algún grupo radical de caníbales, aunque exista solo en Internet,
que seguramente será advertido y citado por numerosos medios de comunicación.
Como resultado de la primera etapa de Overton, el tabú desaparece y el tema
inaceptable empieza a discutirse.
Segunda fase: de lo radical a lo admisible
En
esta fase, hay que seguir mencionando a los científicos, argumentando que uno
no puede negarse a conocer la “realidad” sobre el canibalismo, ya que si alguna
persona se niega a hablar de ello será considerado un hipócrita
intolerante.
Al
sancionar la intolerancia, también es forzoso crear un eufemismo para el propio
fenómeno para disociar la esencia de la cuestión de su denominación, apartar la
palabra de su significado. Así, el canibalismo se convierte en “antropofagia”, y posteriormente en “antropofilia”, con lo cual de lo
reprochable que es su primer significado, que es dar muerte a una persona para
comer su carne, a “comer por amor a la
persona”… ¡Estupendo! ¿Verdad?
Comparablemente,
se puede crear un precedente de referencia, histórico, mitológico,
contemporáneo o simplemente inventado, pero lo más importante es que sea
legitimado, para que pueda ser utilizado como prueba de que la antropofilia en
principio puede ser legalizada.
Tercera fase: de lo aceptable a lo juicioso
En
esta fase, es importante promover ideas como las siguientes: "el deseo de comer personas está
genéticamente justificado", "a veces una persona tiene que recurrir a
eso, si se dan circunstancias apremiantes" o "un hombre libre tiene el derecho de decidir qué come".
Los
contrincantes reales a esos conceptos, es decir, la gente de a pie que no
quiere ser insensible al problema, intencionadamente se convierten para la
opinión pública en enemigos radicales cuyo papel es representar la imagen de
psicópatas enloquecidos, en unos retrógrados que se oponen a la libertad de
ejercer el derecho de cada uno de comer lo que desee, de ser tachado de oponentes
agresivos de la antropofilia que llaman a quemar vivos a los caníbales, junto
con otros representantes de las minorías.
Científicos
que no son del área de investigación, artistas, literatos, actores y periodistas
en esta etapa demuestran que durante la historia de la humanidad siempre hubo
ocasiones en que las personas se comían unas a otras, y que eso era
normal.
Cuarta fase: de lo sensato a lo popular
Los
medios de comunicación, con la ayuda de personas actores, deportistas y
políticos, ya hablan abiertamente de la antropofilia. Este fenómeno empieza a
aparecer en documentales, entrevistas, películas, letras de canciones populares
y videos. En esta etapa, comienza a funcionar también la maña que supone la promoción
de las referencias a los personajes históricos destacados que practicaban la
antropofilia.
Para
justificar a los partidarios de la legalización del fenómeno se puede recurrir
a la humanización de los criminales mediante la creación de una imagen positiva
de ellos diciendo, por ejemplo, que ellos son las víctimas, ya que la vida las
obligó a practicar la antropofilia.
Quinta fase: de lo popular a lo político
Esta
fase final supone ya empezar a preparar la legislación para legalizar el
fenómeno. Los grupos de presión se consolidan en el poder y publican encuestas
que supuestamente confirman un alto porcentaje de partidarios de la
legalización del canibalismo en la sociedad. En la conciencia pública se
establece un nuevo dogma: "La
prohibición de comer personas no debe ser prohibida porque se vulnera uno de
los derechos fundamentales de la persona, que es el de su libertad a elegir."
Esta
es una técnica típica del liberalismo que funciona debido a la tolerancia como
pretexto para la proscripción de los tabúes. Durante la última etapa del “movimiento de las ventanas” de Overton
de lo popular a lo político, la sociedad ya ha sufrido una ruptura, pues las
normas de la existencia humana se han alterado o han sido destruidas con la
adopción de las nuevas leyes.
Gorzhaltsán
concluye que el concepto de las “ventanas
de posibilidades”, inicialmente descrito por Joseph Overton, puede
extrapolarse a cualquier fenómeno, como referí en el título acerca del
matrimonio homosexual, y es
especialmente fácil de aplicar en una sociedad tolerante en la que la llamada
libertad de expresión se ha convertido en la deshumanización y donde ante
nuestros ojos se eliminan uno tras otro todos los límites que protegen a la
sociedad del abismo de la autodestrucción.
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