LAS ENFERMEDADES DE AKENATÓN
LAS
ENFERMEDADES DE AKENATÓN
Uno
de los faraones que está rodeado de más incógnitas es Amenofis IV, que a sí
mismo se llamó Akenatón y que vulgarmente fue conocido como “el Hereje”. No se
conoce en dónde pueda estar su momia si es que todavía existe, pero lo que se
conoce de su vida ha hecho correr mucha tinta y lo seguirá haciendo.
En
la actualidad casi todos los expertos lo reconocen como el introductor del
monoteísmo en Egipto.
En
la sala principal del museo de El Cairo, justo al fondo de la misma, sobresale
sobre todo lo demás una enorme estatua del faraón Amenofis III y la reina Tiyi,
padres de Akenatón. Justo en la base de la estatua están representados tres de
los cuatro hijos que tuvieron este matrimonio real, dos mujeres y un varón,
pero el joven Amenofis no está. ¿Por qué no está retratado el joven Akenatón
junto al resto de su familia?
Para
comenzar a vislumbrar la respuesta visitemos en el museo de El Cairo la sala
dedicada a Akenatón. Lo primero que uno ve cuando se acerca a ella son las dos
enormes estatuas realistas del faraón, de los cuales no se es capaz de
distinguir si se trataba de la figura de un hombre o de una mujer, tal es la
incertidumbre que despierta la estatua de Akenatón al verla por primera vez,
parece algo muy ambiguo.
Desde
luego que es el retrato de Akenatón, pero las caderas del faraón son tan anchas
que verdaderamente parecen las caderas de una mujer. Por otro lado, el rostro,
brazos y todos los dedos (pies y manos) son excesivamente finos y largos. ¿Era
este el verdadero aspecto de Akenatón? Todo parece indicar que sí, era el modo
realista de hacerse representar pues hasta le han puesto las arrugas de
expresión del rostro.
El
retrato de Akenatón también ha llamado la atención de los médicos. Estos,
después de examinar el retrato, llegaron a la conclusión de que el faraón
padecía dos enfermedades que saltan a la vista: según esa estatua, Akenatón
padecía del “Síndrome de Marfan”, que se caracteriza por dotar al enfermo de
rostro delgado y ojos achinados, dedos de manos y pies muy finos y largos,
además de desajustes cardíacos.
La
otra enfermedad del faraón podía ser la que se llama “lipodistrofia muscular”,
esta enfermedad se caracteriza por la desaparición de la grasa corporal de
cintura para arriba, pero la acumulación de esa grasa de cintura para abajo,
dando al individuo sus características caderas femeninas por lo anchas.
¿Sufrió
Akenatón estas enfermedades desde su más tierna infancia? ¿Qué repercusión
pudiera haber tenido en su vida de ser positiva la respuesta a la primera
pregunta? Pues que su aspecto físico se apartaba del canon de belleza que
imperaba en aquellos momentos. El niño Amenofis era como el patito feo de la
familia, era alguien con quien no resultaba agradable aparecer en público, y
sus propios padres fueron dejando en el ostracismo a su hijo más pequeño,
convirtiéndose de ese modo en los verdaderos culpables de la contundente
respuesta que más tarde daría el faraón Akenatón.
En
medio de estas circunstancias, el faraón Amenofis III y su esposa la reina Tiyi
mandaron al desgraciado niño con sus abuelos maternos (el sacerdote Juya y la
Sra. Tui) en la ciudad de Heliópolis y allí debió de pasar mucho tiempo siendo
donde el desgraciado niño encontró todo el afecto y atención que necesitaba.
Es
presumible que la abuela y su real nieto pasaran muchos ratos en compañía
mutua, ella le contaría al niño cuáles eran sus orígenes (ella era de origen
semita, de Mesopotamia), cuáles eran sus costumbres, cuáles eran sus creencias,
cómo era su tierra natal, etc. Todo esto caló hondo en la mente del niño
Amenofis, y las propias ideas del niño fueron creciendo junto con su cuerpo
deforme.
Las
circunstancias condujeron a que el joven Amenofis fuera coronado como nuevo
faraón de todo Egipto. Y una vez que Amenofis IV se vio investido con todo el
poder real, una vez que ya nadie se atrevía a contradecirle, entonces el faraón
hizo aquellas dos cosas por las que sería recordado para siempre en la
historia: impuso la adoración a un único dios al que llamó Atón y se hizo
retratar tal cual era físicamente, con todas sus deformidades.
Si
antes lo habían rechazado por su aspecto físico, ahora lo tendrían que aceptar
tal cual era. Aquello tiene toda la apariencia de una especie de rebelión
contra el injusto trato familiar recibido durante su infancia.
Referencia: redhistoria.com
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